Otra vez es Navidad. Y una vez más he decidido quedarme en Roma por miedo a que las restricciones se hicieran más duras y no pudiese volver para Año Nuevo. He pasado unas semanas difíciles. Todos mis sistemas trabajaban para intentar hacer coherentes las incoherencias, las contradicciones, la confusión, el miedo que recibía de fuera. Hablo del Covid.
Primero, sentir que hemos retrocedido y estamos repitiendo, con el regusto a fracaso, energía, tiempo y esperanza perdidos que conlleva. Luego, sentir la frustración de no ver el final del túnel, y ademas dudar de que realmente sea un túnel (aunque esta duda, para mi, sea algo bueno), osea, empezar a flipar. Y, por último, hacer un desesperado intento de vivir todo esto desde mi misma.
No me refiero desde mi individualidad, creo que en el tema de la pandemia el concepto de lo colectivo (social, humano, sanitario, etc) y la responsabilidad que conlleva, es de importancia vital. Me refiero a permanecer muy atenta al efecto que información, noticias, imágenes, tienen en mi, e intentar elegir, en la medida de mis posibilidades, lo que dejo entrar y lo que no. Necesitamos entender para estar sanos. No entender con la mente, entender con el ser; lograr que, lo que recibimos de fuera, encuentre una coherencia compartida por todos nuestros sistemas y cuerpos: mental, biológico, emocional, energético y demás. Todas sabemos lo que es que el corazón tire para un lado y la cabeza para otro, ¿verdad?. Aquí la cosa se complica, hay tantos niveles implicados, se están activando tantas partes de nosotros relacionadas con la muerte, el caos es tan grande, que “nada tiene sentido”, nada tiene coherencia. No importa la cantidad de artículos informativos, porcentajes, teorías científicas que nos metamos entre pecho y espalda.
No entendemos nada. Y luchamos. Luchamos porque quizás entendiendo encontraremos algo de paz…
La realidad como la conocíamos tardará en volver, si vuelve. Y esto, como las cosas jodidas de la vida, es una oportunidad. Si, es una mierda, pero es una oportunidad. He dejado de desear que todo sea como antes. Acepto el reto. He dejado de luchar.